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Una cuaresma muy difícil 

Viernes, 15 de febrero de 2013 12:00

La pausa obligada por los feriados de carnaval ofrecen una buena oportunidad para reflexionar sobra dónde está parado el país y hacia dónde se dirige.

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La pausa obligada por los feriados de carnaval ofrecen una buena oportunidad para reflexionar sobra dónde está parado el país y hacia dónde se dirige.

Si se cuenta hacia fin de este mes, se habrá tenido cinco feriados en los primeros 60 días del año. Esto es un feriado cada doce días.
La Presidenta de la Nación desde Comodoro Rivadavia, al inaugurar la exploración de hidrocarburos no convencionales, introdujo un llamado a mejorar la competitividad y la eficiencia.
¿Cómo es posible compatibilizar la eficiencia y la mejora en la competitividad de un país que se paraliza cada doce días, sin contar los fines de semana? Mientras la inflación se ha asentado a un ritmo cercano al 30 por ciento anual y con una presión fiscal en los niveles máximos históricos, si no se mejora la productividad de la economía, el alza de precios se habrá espiralizado en poco tiempo.
Estos dos primeros meses del año dejarán en el tintero una inflación cercana al 4 por ciento y una pérdida de reservas que superaría los 1.500 millones de dólares.
La temporada estival que prometía un crecimiento espectacular del turismo interno, debido a los efectos del cepo cambiario, termina languideciendo con cifras similares a las del verano pasado, como consecuencia del efecto inflacionario.
La Presidenta admitió que a los empresarios turísticos locales “se les fue la mano con los precios”, al tiempo que se ufanaba del crecimiento de turistas argentinos en el exterior, algo que resulta incomprensible.
¿Por qué? Menos turismo interno y menos turismo receptivo, y más salida de argentinos al exterior, en el marco de una rigidez cambiaria, evidencia no solo el efecto inflacionario sino además un severo problema de retraso en el tipo de cambio que si no se corrige terminará estallando. En otras palabras, inflación en dólares, insostenible.
La economía creció en 2012 1,9 por ciento de acuerdo con el índice de precios oficial. Del 8 por ciento de 2011 al 1,9 por ciento de 2012, una desaceleración muy brusca combinada con alta inflación y con caída del tipo de cambio real. En términos monetarios, en 2012 la Argentina dejó escapar unos 30.000 millones de dólares.
Esta caída muestra un derrumbe peor que el de las economías europeas en el punto más alto de su crisis.
Esta cifra revela que el PBI per cápita se mantiene en niveles neutros. Pero como los indicadores oficiales difieren con la inflación real, el crecimiento per cápita sería negativo.
Si el PBI per cápita es negativo significa que los argentinos se están comiendo más de lo que producen. Si la inflación se sigue expandiendo a este ritmo y el ingreso nacional no se expande en una proporción mayor, el desempleo va a comenzar a crecer.
Los precios en retroceso de la soja están marcando que el Gobierno deberá extremar los cuidados en el manejo de las cuentas públicas porque ya no será posible financiar el monumental gasto público.
De acuerdo con estimaciones primarias, el déficit financiero de 2012, sin contar compromisos impagos, deuda flotante y residuos pasivos, se elevará a 11.000 millones de dólares, medido al tipo de cambio oficial.
Este resultado tiene un motor que funciona de manera forzada a un ritmo insostenible en el tiempo: el gasto público donde el principal combustible está constituido por ese complejo entramado de subsidios cruzados. En 2012 estas erogaciones significaron una sangría de 20.000 millones de dólares para el Tesoro, la principal causa del desequilibrio fiscal.
La menor producción de granos y la caída en los precios internacionales auguran mayores problemas.
Los indicadores de la economía real están mostrando una marcada contracción. La actividad manufacturera cerró 2012 con una merma superior al 2 por ciento, mientras que la construcción mostró una baja cercana al 4 por ciento. No se puede manejar un país como si fuera un carnaval eterno porque se cae en el descontrol.

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