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Cristina Simone: "La enfermedad ya es el semáforo en luz roja"

Domingo, 27 de marzo de 2016 01:30
Cristina Simone, terapeuta y capacitadora floral holística. 
Cristina Simone es terapeuta y capacitadora floral holística. Dirige en el Espacio Armónico Salud (avda. del Bicentenario de la Batalla de Salta 922) la carrera de terapeuta floral. Con El Tribuno conversó acerca de la correlación exacta que existe entre las emociones o situaciones del pasado no resueltas y los padecimientos físicos que presentan las personas actualmente.
¿Las emociones se trasvasan a las enfermedades?
La enfermedad no es material en su origen, sino que siempre hay hechos anteriores que tienen que ver con la vida emocional de las personas, que al no ser resueltos terminan por hacer foco en el campo material, es decir, en el cuerpo para ser resueltos a través de una enfermedad. Primero está la emoción no resuelta y después aparece la enfermedad.
¿Es exacta la correspondencia como la presenta Louis Hay?
Sí. La enfermedad es el semáforo en rojo. Antes estaba en verde, pasó al amarillo y no salí sino que seguí en lo mismo, pero el tiempo pasó y terminó por encenderse la luz roja. Así en todas las partes del cuerpo. Donde se localiza la enfermedad es un llamado de atención para algo que haya que resolver y cambiar. Si se me enferma el hígado es porque soy una persona irritable, intolerante, que no puede perdonar a la gente. Entonces este tóxico, este veneno que circula dentro de mí por la "mala sangre" que me hago va a hacer que mi hígado enferme. También los celos enfermizos van a terminar por traer problemas a nivel sanguíneo porque se vive demasiado exaltado y la sangre corre apresuradamente detrás de la sospecha. Si me enfermo del estómago es porque no puedo digerir mi realidad.
¿Qué ocurre con los malestares recurrentes como la gripe y los esguinces?
El esguince es un pie lastimado que no me deja avanzar. Con un esguince voy a tener que detenerme a pensar o puede mostrar que la persona no quiere avanzar, y la vida es cambio. Esa es una excelente excusa para no dar el paso que tengo que dar y el accidente no me vino a buscar a mí, sino que soy formador -con mis ideas y pensamientos- de todo lo que me ocurre en la vida. La gripe y el resfrío recurrentes ponen distancia con el otro. Porque el otro no se me va a acercar y de alguna manera estoy poniendo una distancia hacia donde no quiero ir. Es una refinada manera de decir: "Vos acá, yo allá" y evitar el contacto. Estas son formas de decir cosas que no podemos expresar, pero que el cuerpo sí las expresa.
¿Qué indican acerca de la época que vivimos tanto trastorno de pánico y tanta depresión?
El pánico es ese miedo irrefrenable que trae muchísimas complicaciones a la vida ordinaria de quien trata de ser normal y no puede serlo. Hay un montón de problemas que el cuerpo quiere acusar y que no se resuelven en el deambular por los médicos como el tener miedo a estar con otros o a estar solos, el no poder vincularse, que se originan en muchísimos complejos, en el cómo abordar el día a día, en que lo que antes me salía ahora ya no, en que no puedo abordar mi vida. La persona a veces siente que se va a morir y a veces no es comprendida. En el caso de la depresión hay que ver cómo es la vida de la persona, cuáles son sus distracciones, si está prendida de las noticias... Vivimos en una sociedad complicada a niveles social y económico y esto hace que uno cargue al otro. Uno recuerda primero todo lo malo y esto es formador de mucha tristeza, no ver la salida, no ver lo positivo. El mundo está un poco así y yo también puedo elegir con qué tipo de personas me junto, si acepto abrir las orejas para escuchar esto, si puedo cambiar de tema, si puedo tener pensamientos positivos, pese a escuchar a estos tremendistas.
¿Cómo se gesta entonces el proceso de la enfermedad?
Somos tan mentales, que vamos armando el proceso de la enfermedad en el cuerpo. El miedo y la inseguridad son los primeros depredadores para que la enfermedad entre. Si yo no tengo confianza en que mi cuerpo es un proveedor natural de salud, voy a engancharme con todas las infecciones, las enfermedades, los contagios porque le estoy dando permiso a mi cuerpo para que lo haga. De la misma forma en que le doy permiso, puedo decretar que esto no es para mí, que mi cuerpo está sano, que yo no vine a la Tierra para enfermarme, sino que vine a este cuerpo y a este momento para evolucionar y crecer.
¿A qué hay que estar atento?
Hay que corregir aquello que aparece como un defecto en la vida. Eso me va a mantener en armonía conmigo mismo y con los demás. Si soy introvertido, voy a tener que trabajar esa timidez, esa vergenza que siento al relacionarme con el otro. Si soy una persona apurada, deberé trabajar mi intolerancia porque esta va a perjudicar al que no va al mismo ritmo que yo pretendo que vaya. Al mismo tiempo, me va a dejar apartado, porque hay que aguantar a un intolerante. Y cambiar es fuerza de voluntad. Decir: "Soy así y no voy a cambiar" es muy necio y enferma.
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Cristina Simone es terapeuta y capacitadora floral holística. Dirige en el Espacio Armónico Salud (avda. del Bicentenario de la Batalla de Salta 922) la carrera de terapeuta floral. Con El Tribuno conversó acerca de la correlación exacta que existe entre las emociones o situaciones del pasado no resueltas y los padecimientos físicos que presentan las personas actualmente.
¿Las emociones se trasvasan a las enfermedades?
La enfermedad no es material en su origen, sino que siempre hay hechos anteriores que tienen que ver con la vida emocional de las personas, que al no ser resueltos terminan por hacer foco en el campo material, es decir, en el cuerpo para ser resueltos a través de una enfermedad. Primero está la emoción no resuelta y después aparece la enfermedad.
¿Es exacta la correspondencia como la presenta Louis Hay?
Sí. La enfermedad es el semáforo en rojo. Antes estaba en verde, pasó al amarillo y no salí sino que seguí en lo mismo, pero el tiempo pasó y terminó por encenderse la luz roja. Así en todas las partes del cuerpo. Donde se localiza la enfermedad es un llamado de atención para algo que haya que resolver y cambiar. Si se me enferma el hígado es porque soy una persona irritable, intolerante, que no puede perdonar a la gente. Entonces este tóxico, este veneno que circula dentro de mí por la "mala sangre" que me hago va a hacer que mi hígado enferme. También los celos enfermizos van a terminar por traer problemas a nivel sanguíneo porque se vive demasiado exaltado y la sangre corre apresuradamente detrás de la sospecha. Si me enfermo del estómago es porque no puedo digerir mi realidad.
¿Qué ocurre con los malestares recurrentes como la gripe y los esguinces?
El esguince es un pie lastimado que no me deja avanzar. Con un esguince voy a tener que detenerme a pensar o puede mostrar que la persona no quiere avanzar, y la vida es cambio. Esa es una excelente excusa para no dar el paso que tengo que dar y el accidente no me vino a buscar a mí, sino que soy formador -con mis ideas y pensamientos- de todo lo que me ocurre en la vida. La gripe y el resfrío recurrentes ponen distancia con el otro. Porque el otro no se me va a acercar y de alguna manera estoy poniendo una distancia hacia donde no quiero ir. Es una refinada manera de decir: "Vos acá, yo allá" y evitar el contacto. Estas son formas de decir cosas que no podemos expresar, pero que el cuerpo sí las expresa.
¿Qué indican acerca de la época que vivimos tanto trastorno de pánico y tanta depresión?
El pánico es ese miedo irrefrenable que trae muchísimas complicaciones a la vida ordinaria de quien trata de ser normal y no puede serlo. Hay un montón de problemas que el cuerpo quiere acusar y que no se resuelven en el deambular por los médicos como el tener miedo a estar con otros o a estar solos, el no poder vincularse, que se originan en muchísimos complejos, en el cómo abordar el día a día, en que lo que antes me salía ahora ya no, en que no puedo abordar mi vida. La persona a veces siente que se va a morir y a veces no es comprendida. En el caso de la depresión hay que ver cómo es la vida de la persona, cuáles son sus distracciones, si está prendida de las noticias... Vivimos en una sociedad complicada a niveles social y económico y esto hace que uno cargue al otro. Uno recuerda primero todo lo malo y esto es formador de mucha tristeza, no ver la salida, no ver lo positivo. El mundo está un poco así y yo también puedo elegir con qué tipo de personas me junto, si acepto abrir las orejas para escuchar esto, si puedo cambiar de tema, si puedo tener pensamientos positivos, pese a escuchar a estos tremendistas.
¿Cómo se gesta entonces el proceso de la enfermedad?
Somos tan mentales, que vamos armando el proceso de la enfermedad en el cuerpo. El miedo y la inseguridad son los primeros depredadores para que la enfermedad entre. Si yo no tengo confianza en que mi cuerpo es un proveedor natural de salud, voy a engancharme con todas las infecciones, las enfermedades, los contagios porque le estoy dando permiso a mi cuerpo para que lo haga. De la misma forma en que le doy permiso, puedo decretar que esto no es para mí, que mi cuerpo está sano, que yo no vine a la Tierra para enfermarme, sino que vine a este cuerpo y a este momento para evolucionar y crecer.
¿A qué hay que estar atento?
Hay que corregir aquello que aparece como un defecto en la vida. Eso me va a mantener en armonía conmigo mismo y con los demás. Si soy introvertido, voy a tener que trabajar esa timidez, esa vergenza que siento al relacionarme con el otro. Si soy una persona apurada, deberé trabajar mi intolerancia porque esta va a perjudicar al que no va al mismo ritmo que yo pretendo que vaya. Al mismo tiempo, me va a dejar apartado, porque hay que aguantar a un intolerante. Y cambiar es fuerza de voluntad. Decir: "Soy así y no voy a cambiar" es muy necio y enferma.
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