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Algunos tips para crear hábitos de alimentación más saludables

En las cuatro comidas no deben faltar las frutas, verduras, lácteos y otros alimentos fuente de nutrientes. 
Viernes, 06 de octubre de 2017 20:44

La calidad de la alimentación disminuyó significativamente en las últimas décadas. Esto, sumado al sedentarismo, está generando graves consecuencias para la salud. Hoy la población infantil padece enfermedades que antes sólo se veían en la población adulta, como diabetes 2 e hipertensión arterial, entre otros. 
En este contexto la familia y la escuela juegan un rol clave en la creación de hábitos saludables. “Muchos recordamos a nuestras madres y abuelas cocinando, así como también a la familia reunida alrededor de una mesa compartiendo algo más que alimentos. Antes se cocinaba más, se disponía de más tiempo para hacerlo y el ‘delivery’ no existía”, señaló la nutricionista Viviana Wons.
En nuestro país es notoria la caída en el consumo de frutas, verduras, legumbres, lácteos, harina de trigo y carne vacuna. “Esto ocurre por la falta de tiempo y de habilidad culinaria, desconocimiento, cuestiones económicas y por comodidad, entre otros. Mientras tanto, aumentó el delivery y la ingesta de bebidas azucaradas y comidas preelaboradas, pizzas, empanadas, galletitas, pastelería, panes envasados, helados, productos elaborados a base de carnes y sándwiches”, detalló la profesional. 
El porcentaje proveniente de este tipo de alimentos aumentó más del 50% en las últimas décadas. El resultado de estos cambios se traduce en un deterioro en la calidad de la alimentación, que contiene más grasas saturadas, azúcares, sodio y menos cantidad de fibra y vitaminas A y C, lo que trae como consecuencia un deterioro en la salud de la población, sin distinción de sexo ni edad.
“En la Argentina, se observa una tendencia a la malnutrición como consecuencia de hábitos poco saludables desde la infancia, donde los padres tienen responsabilidad directa en las elecciones alimentarias. La escuela también es formadora de conductas, por lo tanto todo lo que se le ofrezca al niño en el comedor y en el kiosco será decisivo en el desarrollo de sus costumbres alimentarias”, afirmó Viviana Wons.
Según datos oficiales, más del 50% de los chicos entre 5 y 12 años no realiza deportes ni actividad física por fuera del horario escolar. Además, entre sus falencias en la dieta, se observó que el picoteo entre comidas de productos hipercalóricos y poco nutritivos se daba en el 70% de niños de 5 a 12 años y en el 81% de los adolescentes. El 40% de los niños de hasta 12 años consumía a diario gaseosas y jugos azucarados. 
El 42% de los niños de entre 5 y 12 años presenta peso excesivo e incluso obesidad, mientras que uno de cada tres adolescentes se encuentra en esa situación. 
El desayuno
“Muy pocos niños desayunan adecuadamente. El desayuno colabora con el desempeño escolar y la productividad laboral, además de prevenir el déficit de calcio, zinc y vitaminas como la A, B1, B5 y C. No desayunar en forma correcta lácteos, frutas y cereal significa una pérdida de posibilidades en el proceso de enseñanza”.
¿Qué hacer?
“Para prevenir el sobrepeso y la obesidad es necesario comenzar a cambiar la relación que tenemos con la comida, realizar una inteligente selección de alimentos, limitar la ingesta de comidas hipercalóricas, ricas en grasas, azúcares y sodio, estimulando, en cambio, el consumo de alimentos saludables y ricos en nutrientes”, señaló Wons.
También prestar atención a los momentos de comida para tener una ingesta equilibrada a lo largo del día y un mejor control de peso corporal. Estos son desayuno, almuerzo, merienda y cena, más colaciones (comidas entre horas) adecuadas. “Este desafío es más simple de lo que parece y solo involucra dos acciones: poner la alarma para no saltear ninguna de ellas y tener disponibles alimentos de alta densidad nutricional en la heladera, alacenas, lunchera y el lugar de trabajo”.
Los alimentos esenciales
La profesional destaca que en el desayuno, merienda y colaciones no deben faltar los lácteos (un yogur o un vaso de leche), frutas frescas de estación y cereales sin azúcar agregada, tales como copos de maíz, de avena, arroz inflado o quinoa, una rebanada de pan integral o de salvado, o simplemente un miñón de pan francés. 
En almuerzos y cenas se agregan vegetales surtidos carnes magras, cereales o legumbres.
Tanto en la escuela como en el núcleo familiar, se debe estimular la práctica habitual de actividad física, ya sea por medio de algún deporte de interés, baile, natación o simplemente caminatas, controlando simultáneamente los excesos en el uso de dispositivos electrónicos que derivan en sedentarismo. “El buen ejemplo de los padres facilita los logros”, finalizó la profesional.
 

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La calidad de la alimentación disminuyó significativamente en las últimas décadas. Esto, sumado al sedentarismo, está generando graves consecuencias para la salud. Hoy la población infantil padece enfermedades que antes sólo se veían en la población adulta, como diabetes 2 e hipertensión arterial, entre otros. 
En este contexto la familia y la escuela juegan un rol clave en la creación de hábitos saludables. “Muchos recordamos a nuestras madres y abuelas cocinando, así como también a la familia reunida alrededor de una mesa compartiendo algo más que alimentos. Antes se cocinaba más, se disponía de más tiempo para hacerlo y el ‘delivery’ no existía”, señaló la nutricionista Viviana Wons.
En nuestro país es notoria la caída en el consumo de frutas, verduras, legumbres, lácteos, harina de trigo y carne vacuna. “Esto ocurre por la falta de tiempo y de habilidad culinaria, desconocimiento, cuestiones económicas y por comodidad, entre otros. Mientras tanto, aumentó el delivery y la ingesta de bebidas azucaradas y comidas preelaboradas, pizzas, empanadas, galletitas, pastelería, panes envasados, helados, productos elaborados a base de carnes y sándwiches”, detalló la profesional. 
El porcentaje proveniente de este tipo de alimentos aumentó más del 50% en las últimas décadas. El resultado de estos cambios se traduce en un deterioro en la calidad de la alimentación, que contiene más grasas saturadas, azúcares, sodio y menos cantidad de fibra y vitaminas A y C, lo que trae como consecuencia un deterioro en la salud de la población, sin distinción de sexo ni edad.
“En la Argentina, se observa una tendencia a la malnutrición como consecuencia de hábitos poco saludables desde la infancia, donde los padres tienen responsabilidad directa en las elecciones alimentarias. La escuela también es formadora de conductas, por lo tanto todo lo que se le ofrezca al niño en el comedor y en el kiosco será decisivo en el desarrollo de sus costumbres alimentarias”, afirmó Viviana Wons.
Según datos oficiales, más del 50% de los chicos entre 5 y 12 años no realiza deportes ni actividad física por fuera del horario escolar. Además, entre sus falencias en la dieta, se observó que el picoteo entre comidas de productos hipercalóricos y poco nutritivos se daba en el 70% de niños de 5 a 12 años y en el 81% de los adolescentes. El 40% de los niños de hasta 12 años consumía a diario gaseosas y jugos azucarados. 
El 42% de los niños de entre 5 y 12 años presenta peso excesivo e incluso obesidad, mientras que uno de cada tres adolescentes se encuentra en esa situación. 
El desayuno
“Muy pocos niños desayunan adecuadamente. El desayuno colabora con el desempeño escolar y la productividad laboral, además de prevenir el déficit de calcio, zinc y vitaminas como la A, B1, B5 y C. No desayunar en forma correcta lácteos, frutas y cereal significa una pérdida de posibilidades en el proceso de enseñanza”.
¿Qué hacer?
“Para prevenir el sobrepeso y la obesidad es necesario comenzar a cambiar la relación que tenemos con la comida, realizar una inteligente selección de alimentos, limitar la ingesta de comidas hipercalóricas, ricas en grasas, azúcares y sodio, estimulando, en cambio, el consumo de alimentos saludables y ricos en nutrientes”, señaló Wons.
También prestar atención a los momentos de comida para tener una ingesta equilibrada a lo largo del día y un mejor control de peso corporal. Estos son desayuno, almuerzo, merienda y cena, más colaciones (comidas entre horas) adecuadas. “Este desafío es más simple de lo que parece y solo involucra dos acciones: poner la alarma para no saltear ninguna de ellas y tener disponibles alimentos de alta densidad nutricional en la heladera, alacenas, lunchera y el lugar de trabajo”.
Los alimentos esenciales
La profesional destaca que en el desayuno, merienda y colaciones no deben faltar los lácteos (un yogur o un vaso de leche), frutas frescas de estación y cereales sin azúcar agregada, tales como copos de maíz, de avena, arroz inflado o quinoa, una rebanada de pan integral o de salvado, o simplemente un miñón de pan francés. 
En almuerzos y cenas se agregan vegetales surtidos carnes magras, cereales o legumbres.
Tanto en la escuela como en el núcleo familiar, se debe estimular la práctica habitual de actividad física, ya sea por medio de algún deporte de interés, baile, natación o simplemente caminatas, controlando simultáneamente los excesos en el uso de dispositivos electrónicos que derivan en sedentarismo. “El buen ejemplo de los padres facilita los logros”, finalizó la profesional.
 

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