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Comenzó el carnaval y el diablo anda haciendo de las suyas en el Valle de Lerma

Lunes, 13 de febrero de 2017 01:30
La gresca ocurrida ayer a bordo de un ómnibus de Saeta, que fue protagonizada por un grupo de jóvenes a la salida de un boliche, despertó en el interior las más diversas teorías. "Eso pasa por desenterrar a Mandinga antes de tiempo. Ahora anda suelto y hace de las suyas, sobre todo a la salida de las carpas y boliches", expresó Luis Alfonso, un vecino de Cerrillos.
En la mañana del domingo, alrededor de las 6, chicos y chicas que fueron a bailar a un boliche de Rosario de Lerma retornaban a sus hogares en un ómnibus de Saeta. Pero a las pocas cuadras de abordar el vehículo comenzaron las rencillas, que terminaron con un intercambio de puñetazos.
El chofer, ni lerdo ni perezoso, cerró las puertas y se dirigió a la comisaría local, donde cuatro de los revoltosos fueron demorados. El resto siguió viaje rumbo a la ciudad de Salta.
"Los chicos subieron en la zona de la estación de trenes de Rosario de Lerma, pero apenas estuvieron arriba comenzó la discusión entre dos grupitos de varones y mujeres que terminó en una violenta pelea", contó Nélida Angélica, una de las pasajeras de un viaje al que calificó de "terror".
La mujer, quien se dirigía a trabajar en una empresa de la zona de Limache, relató: "La pelea duró tres o cuatro cuadras, porque el chofer fue directo a la comisaría. Los efectivos bajaron a cuatro chicos, los demás se hicieron los dormidos. Solo una chica gritaba "llevenós a todos, no dejen a nadie en el colectivo".
La cosa no terminó ahí. Si bien ya no hubo peleas, los jóvenes gritaron todo el camino hasta que bajaron, algunos en Cerrillos y otros siguieron rumbo a la ciudad.

Fuera de tiempo
En el interior aseguran que no es bueno que este año hayan desenterrado el diablo antes de tiempo. La fecha para el trámite, según marca el calendario, hubiese sido el 27 de febrero. "Sin embargo, casi un mes antes lo desenterraron. Así que el diablo carnavalero anda haciendo de las suyas. Hace pelear a la gente arriba de los colectivos de Rosario de Lerma, desparrama harina y pintura y se forma engrudo en las veredas de Cerrillos, deja escapar a los caballos de los gauchos que van a los festivales en La Merced, entre otras correrías", comentó Luis Alfonso.
Lo cierto es que por cuestiones de agenda carnestolenda, el desentierro del Pujllay o diablo marca el inicio del carnaval. Tiene un significado muy especial e implica que mandinga es liberado y con él la alegría y los bailes desenfrenados, genera encuentros entre amigos y sobre todo mucha ingesta de bebidas alcohólicas. Él con su cola puntiaguda incita a continuar la parranda. Los festejos desmesurados generan no solo incomodidad a muchos vecinos y daños materiales, sino también un alto riesgo de accidentes de tránsito y numerosas peleas callejeras. Los fines de semana, especialmente en las primeras horas de la mañana, los ómnibus de Saeta se llevan la peor parte. Tanto los choferes como los pasajeros sufren los excesos de la gente que pasó la noche en las carpas.
"Que lo entierren ya mismo pues"
"No veo las horas que lo vuelvan a enterrar al mandinga este. Ya no se puede viajar tranquila ni siquiera los fines de semana para ir a trabajar", dijo entre esperanzada y desencantada doña Nélida Angélica.
La mujer deberá esperar hasta después del 28 y que los inadaptados de siempre comprendan que pueden zambullirse en la alegría sin que eso signifique afectar a otros con pinturas, harina grescas o destrozos a la propiedad privada.



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La gresca ocurrida ayer a bordo de un ómnibus de Saeta, que fue protagonizada por un grupo de jóvenes a la salida de un boliche, despertó en el interior las más diversas teorías. "Eso pasa por desenterrar a Mandinga antes de tiempo. Ahora anda suelto y hace de las suyas, sobre todo a la salida de las carpas y boliches", expresó Luis Alfonso, un vecino de Cerrillos.
En la mañana del domingo, alrededor de las 6, chicos y chicas que fueron a bailar a un boliche de Rosario de Lerma retornaban a sus hogares en un ómnibus de Saeta. Pero a las pocas cuadras de abordar el vehículo comenzaron las rencillas, que terminaron con un intercambio de puñetazos.
El chofer, ni lerdo ni perezoso, cerró las puertas y se dirigió a la comisaría local, donde cuatro de los revoltosos fueron demorados. El resto siguió viaje rumbo a la ciudad de Salta.
"Los chicos subieron en la zona de la estación de trenes de Rosario de Lerma, pero apenas estuvieron arriba comenzó la discusión entre dos grupitos de varones y mujeres que terminó en una violenta pelea", contó Nélida Angélica, una de las pasajeras de un viaje al que calificó de "terror".
La mujer, quien se dirigía a trabajar en una empresa de la zona de Limache, relató: "La pelea duró tres o cuatro cuadras, porque el chofer fue directo a la comisaría. Los efectivos bajaron a cuatro chicos, los demás se hicieron los dormidos. Solo una chica gritaba "llevenós a todos, no dejen a nadie en el colectivo".
La cosa no terminó ahí. Si bien ya no hubo peleas, los jóvenes gritaron todo el camino hasta que bajaron, algunos en Cerrillos y otros siguieron rumbo a la ciudad.

Fuera de tiempo
En el interior aseguran que no es bueno que este año hayan desenterrado el diablo antes de tiempo. La fecha para el trámite, según marca el calendario, hubiese sido el 27 de febrero. "Sin embargo, casi un mes antes lo desenterraron. Así que el diablo carnavalero anda haciendo de las suyas. Hace pelear a la gente arriba de los colectivos de Rosario de Lerma, desparrama harina y pintura y se forma engrudo en las veredas de Cerrillos, deja escapar a los caballos de los gauchos que van a los festivales en La Merced, entre otras correrías", comentó Luis Alfonso.
Lo cierto es que por cuestiones de agenda carnestolenda, el desentierro del Pujllay o diablo marca el inicio del carnaval. Tiene un significado muy especial e implica que mandinga es liberado y con él la alegría y los bailes desenfrenados, genera encuentros entre amigos y sobre todo mucha ingesta de bebidas alcohólicas. Él con su cola puntiaguda incita a continuar la parranda. Los festejos desmesurados generan no solo incomodidad a muchos vecinos y daños materiales, sino también un alto riesgo de accidentes de tránsito y numerosas peleas callejeras. Los fines de semana, especialmente en las primeras horas de la mañana, los ómnibus de Saeta se llevan la peor parte. Tanto los choferes como los pasajeros sufren los excesos de la gente que pasó la noche en las carpas.
"Que lo entierren ya mismo pues"
"No veo las horas que lo vuelvan a enterrar al mandinga este. Ya no se puede viajar tranquila ni siquiera los fines de semana para ir a trabajar", dijo entre esperanzada y desencantada doña Nélida Angélica.
La mujer deberá esperar hasta después del 28 y que los inadaptados de siempre comprendan que pueden zambullirse en la alegría sin que eso signifique afectar a otros con pinturas, harina grescas o destrozos a la propiedad privada.



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