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Versos peruanos inspirados en la cultura que se “respira” en Salta

El poeta Juan Flores Errascue, de Cajamarca, se confiesa enamorado de la ciudad y sus tradiciones. 
Lunes, 20 de febrero de 2017 22:50

Con una palabra construye un verso cargado de sonidos, aromas e imágenes. Su capacidad creadora y de síntesis y su amor por el lenguaje más puro hacen de Juan Flores Errascue un poeta y escritor singular.
Oriundo de Cajamarca, la tierra de Felipe Guamán Poma, el primer cronista de las Indias y de noble linaje inca, para Juan toda la existencia es poetizable, al decir de Pablo Neruda. 
Y en esa posibilidad de rimas y versos entra la ciudad de Salta, majestuosa, con su cultura, colores, olores y paisajes.
“Salta es muy parecida geográficamente a la zona donde nací. Es una ciudad donde se respira arte y cultura en cada esquina. Me gustó mucho, es un manantial de cultura y arte. Lo que más me llamó la atención son las coplas y las diversas formas de cantarla según la zona. En Perú esa costumbre casi no está desarrollada”, contó a El Tribuno el poeta peruano, que nació en la localidad de Santa Cruz, cerca del límite con Ecuador.

Y es ese amor por la ciudad el motivo del recital poético denominado “Salta, para ti, de mi Perú”, que brindará mañana en el Complejo de Bibliotecas (Belgrano y Sarmiento), a las 19.30. Allí declamará creaciones propias y de destacados escritores como César Vallejo y Mario Florián, entre otros.

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Con una palabra construye un verso cargado de sonidos, aromas e imágenes. Su capacidad creadora y de síntesis y su amor por el lenguaje más puro hacen de Juan Flores Errascue un poeta y escritor singular.
Oriundo de Cajamarca, la tierra de Felipe Guamán Poma, el primer cronista de las Indias y de noble linaje inca, para Juan toda la existencia es poetizable, al decir de Pablo Neruda. 
Y en esa posibilidad de rimas y versos entra la ciudad de Salta, majestuosa, con su cultura, colores, olores y paisajes.
“Salta es muy parecida geográficamente a la zona donde nací. Es una ciudad donde se respira arte y cultura en cada esquina. Me gustó mucho, es un manantial de cultura y arte. Lo que más me llamó la atención son las coplas y las diversas formas de cantarla según la zona. En Perú esa costumbre casi no está desarrollada”, contó a El Tribuno el poeta peruano, que nació en la localidad de Santa Cruz, cerca del límite con Ecuador.

Y es ese amor por la ciudad el motivo del recital poético denominado “Salta, para ti, de mi Perú”, que brindará mañana en el Complejo de Bibliotecas (Belgrano y Sarmiento), a las 19.30. Allí declamará creaciones propias y de destacados escritores como César Vallejo y Mario Florián, entre otros.

Amor por el terruño
Juan tiene 61 años, actualmente vive es la ciudad de Lima y es jubilado. Toda su vida se dedicó a la docencia en el área de Filosofía. Su amor por la poesía lo acompañó desde siempre. 
Entre los autores que más influencia ejercieron en su escritura se destacan Mario Florián y César Vallejo. “El paisaje andino de Cajamarca está lleno de poesía y naturaleza. En las zonas rurales la gente está muy apegada a la tierra. Estos escritores destacan grandiosamente la forma de vida, la naturaleza y la cultura andina.

Cuando empecé a leer a Vallejo, algo de él quedo en mí, como una especie de eco. Escribió mucho sobre el campesinado, los arrieros, etc. Me identifico con los personajes en los que se inspira”, acotó.
Consultado sobre lo que significa para la poesía, Juan destacó: “Es un encuentro entre el lenguaje, el espíritu del hombre y su propia existencia. Cuando encuentro mi objeto literario, al simbolizarlo a través del lenguaje, hago uso de mis sentimientos y le doy categoría literaria. Es así que lo coloquial, al ser puesto en verso, resulta poesía”.
Y Juan va más allá al resaltar el impacto que la palabra deja en su contexto de escritura. “Crear poesía es también dejar huella de la época en la que uno vivió. Mediante la literatura, lo escrito se colectiviza, pasa a formar parte del acervo cultural de todos”.

Mundo andino
Las letras de este poeta están atravesadas por diversos tópicos, donde el protagonista indiscutido es el mundo de los Andes.
A partir de este tópico, Juan le rinde tributo a lo más simple de la naturaleza: los ríos, la lluvia, las montañas, el alimento que ofrece la tierra.
Además de escribir, su profundo amor por el lenguaje como medio de expresión lo llevó a practicar declamación. Esto es, el arte de hacer vivir la poesía mediante su recitado. “Es ponerle musicalidad y gesto a la palabra, darle vida a aquello que duerme en el papel. La poesía debe servir para que la vida sea alegre”, afirma.

Juan también practica el repentismo, una poesía espontánea que se diferencia de la copla por ser un verso libre, no rimado.
“Las coplas salteñas están plenas de sentimiento, son un canto a la vida. Ya me animé a coplear, así que estoy aprendiendo”, dijo, divertido. 
Y ese amor por lo andino lo llevó a estudiar quechua con la Lic. Katia Gibaja. “En Cajamarca casi no se habla quechua, cuya influencia en la poesía peruana es innegable, especialmente en el norte del país. Para mí, es un deber y una satisfacción aprender el idioma de los incas”, dijo el poeta, quien también está descubriendo a baluartes salteños como César Perdiguero y J. M. Castilla, gracias a sus encuentros con poetas locales como José Cantero Berni, Ernesto González y Aníbal Aguirre.

La relación con Salta
Juan viajó varias veces a Salta por razones familiares, ya que uno de sus hijos vive en la ciudad y se dedica al ballet clásico.
Desde entonces no deja de visitar la ciudad y, cuando lo hace, se queda un buen tiempo. “Esta vez estaré hasta abril. Tengo dos hijos que viven en Argentina. Uno acá y otro en Bahía Blanca. Ambos son bailarines clásicos”, afirmó.
Una de sus visitas coincidió con el tiempo del Milagro, celebración que lo sorprendió profundamente. “La enorme fe, cómo llegaba la gente peregrinando y cantando, los gauchos, todo eso me sorprendió muchísimo. Incluso hice la procesión y escribí sobre ello, por cómo me impactó”, finalizó este poeta andino que decidió plasmar en lenguaje hecho verso su mirada sobre la vida.
 

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