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Disca-pancho la panchería, a cargo de discapacitados

Alan Metelsky es quien lleva adelante el proyecto. Espera funcionar en 45 días.
Viernes, 17 de marzo de 2017 00:00

Por Carina Costello

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Por Carina Costello

Los sueños para que se cumplan se deben trabajar. Con esfuerzo, objetivos y claros y las búsqueda de estrategias, todo se logra. Alan Metelsky es un joven nacido en Buenos Aires, pero que por cuestiones laborales de su padre recorrió el país. Durante algunos años de su niñez y adolescencia vivió en la ciudad de Orán y una vez superado los 18 quiso seguir recorriendo caminos. Así fue que volvió a Buenos Aires. Allí fue donde conoció un local de comida que era atendido por discapacitados. "Me gustó la idea. Siempre iba a comer ahí y me hice de algunos amigos. Y ahora, que puedo cumplir -no solo mi sueño sino también el de los chicos- estoy armando los detalles para abrir las puertas de Disca-pancho", afirmó Alan.

Este joven viajero y exjugador de básquet sueña con poner en funcionamiento una panchería atendida por personas discapacitadas. Y ahora su sueño está por cumplirse.

Alan ya cuenta con el local -que se ubicará sobre Zabala casi esquina Córdoba- y también tiene toda la maquinaria. "Tengo hasta el aire acondicionado. En estos días lo hago colocar", destacó el joven emprendedor a El Tribuno.

Y entre todo lo que ya está listo, ya está preparando al personal que se hará cargo de elaborar los panchos más innovadores de Salta.

Su equipo de trabajo estará compuesto por 5 personas. Cuatro de ellas son discapacidad y el quinto es un hombre mayor de 55 años que quedó fuera del mercado laboral hace algunos meses.

"La verdad es que soñaba con poder hacerlo solo pero los números de las coberturas salariales de los chicos no cierra, así que estoy tramitando algún tipo de incentivo para emprendedores con las autoridades locales", destacó Alan.

El funcionamiento

La panchería va a tener dos sectores: uno en el área de atrás, donde van a estar dos de los chicos que tienen silla de ruedas. "Buscamos que los chicos tengan espacio y que allí se realice el trabajo de los aderezos y el armado del pan", cuenta Alan.

Hay que tener en cuenta que en este sector se ubicarán dos de las personas que se movilizan en sillas de rueda.

En el sector de adelante se ubicará la atención al cliente y la entrega. En esta área se cuenta con dos personas más que tienen problemas de movilidad.

El impulsor del proyecto espera poder abrir las puertas de este local en los próximos 45 días. "Tengo que terminar de ver la cuestión de los papeles para que los chicos estén registrados y que no pierdan sus beneficios", explicó Alan.

Este joven destacó que si bien una pensión de 4 mil pesos no es suficiente para cubrir sus necesidades, sí es útil teniendo en cuenta sus graves problemas de salud.

Juventud compartida

Alan Metelsky y Martín García se conocían desde la adolescencia. Por aquellas épocas fue el básquet lo que los conectó. Alan vivía en Orán y Martín en Colonia Santa Rosa y durante un encuentro deportivo en Chaco les tocó compartir la cucheta. Luego de algunos años de amistad, cada uno siguió su rumbo.

"Tengo todas las ganas de hacer algo con mi vida"

Supera los 1,90 m de altura y su imagen indica que practica deportes. Pero al caminar y hablar, Martín García deja ver los daños que el Síndrome de Wilson, diagnosticado hace tres años, hizo en su cuerpo.

La enfermedad de Wilson es un trastorno hereditario poco frecuente que hace que el organismo no pueda deshacerse del cobre adicional. El cuerpo necesita un poco de cobre para mantenerse sano pero tener demasiado puede ser tóxico. Provoca afección hepáticas y en el sistema nervioso, afectando el andar y a la dicción, entre otros.

Martín García es salteño, y si bien hoy vive en la ciudad de Salta, su niñez y adolescencia la pasó en Colonia Santa Rosa. Allí jugaba al básquet y trabaja en una carpintería familiar, hasta que sus graves problemas de salud lo obligaron a venir a la ciudad de Salta. Martín no llegó solo, su mamá y dos de sus cuatro hermanos lo acompañaron.

"Primero tuve dolor en los talones y no podía caminar. Apenas me levantaba sentía una aguja que me atravesaba los pies. Luego siguieron las manos, no podía tomar una botella y luego dejé de hablar. Llegué a demorar 3 horas para poder terminar un plato de comida", le contó este joven a El Tribuno.

Ahora Martín ya está con medicación y fue dado de alta. Necesitó de un tratamiento de rehabilitación, pues de ser un deportista profesional pasó a no poder caminar ni poder coordinar sus movimientos. "Llegué al extremo de no poder tragar mi propia saliva", dijo el joven que compartió con los reporteros de este medio un vaso de agua fresca, sin problemas.

Martín pasa sus días acompañando a su mamá que ahora le hace frente a un problema de salud, y visitando el gimnasio. Como su enfermedad requiere de medicación, dieta y constante ejercicio físico, Martín no deja el gimnasio.

En solo tres años, la vida y los proyectos de Martín se volcaron por completo. Su familia vendió la casa que tenía en Colonia Santa Rosa y se trasladaron a Salta. Dos de sus cuatro hermanos ya están trabajando acá, mientras que los mayores que superan los 40 y tienen formada su familia se quedaron en Colonia.

Ahora espera con ansias que el proyecto de la panchería atendida por discapacitados se concrete rápidamente. "Estoy cansado de no hacer nada", confesó Martín.

 

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