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El otro lado de un mito denostado

A contrapelo de los lugares comunes de la divulgación histórica, Marcelo T. de Alvear fue un revolucionario junto a Alem y un gran presidente. 
Jueves, 30 de marzo de 2017 00:00

Sobre Máximo Marcelo Torcuato de Alvear (Buenos Aires, 4 de octubre de 1868 Don Torcuato, 23 de marzo de 1942) recaen a menudo juicios críticos. Presentado como un oligarca elitista y el "hombre que llegó a la presidencia sin haber trabajado nunca" (Jorge Abelardo Ramos), vivió largo tiempo fuera de Argentina, lo que ya era objeto de críticas en su tiempo. No vino al país para participar en la campaña presidencial en la que resultó electo (era embajador en Francia), hecho realmente notable. Y su figura empalidece en la comparación con el héroe del radicalismo, Hipólito Yrigoyen. Esto quedó patente en los homenajes con motivo de su muerte, que congregaron a una multitud, aunque no comparable con la gran movilización popular que se había producido con el entierro de Yrigoyen (el 3 de julio de 1933).

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Sobre Máximo Marcelo Torcuato de Alvear (Buenos Aires, 4 de octubre de 1868 Don Torcuato, 23 de marzo de 1942) recaen a menudo juicios críticos. Presentado como un oligarca elitista y el "hombre que llegó a la presidencia sin haber trabajado nunca" (Jorge Abelardo Ramos), vivió largo tiempo fuera de Argentina, lo que ya era objeto de críticas en su tiempo. No vino al país para participar en la campaña presidencial en la que resultó electo (era embajador en Francia), hecho realmente notable. Y su figura empalidece en la comparación con el héroe del radicalismo, Hipólito Yrigoyen. Esto quedó patente en los homenajes con motivo de su muerte, que congregaron a una multitud, aunque no comparable con la gran movilización popular que se había producido con el entierro de Yrigoyen (el 3 de julio de 1933).

El historiador Leandro Losada aporta un contraste con la generalizada imagen de Alvear "un personaje al que lo ha rodeado la indiferencia; en todo caso, es una figura deslucida o difusa" [1]. E invita a matizar ciertas afirmaciones.

Era, efectivamente, un patricio cuya familia protagonizó el nacimiento de nuestra nación: su abuelo, Carlos María de Alvear, fue un guerrero de la Independencia y su padre, Torcuato de Alvear, el primer intendente de la Ciudad de Buenos Aires. "Ningún presidente argentino del período que va de 1880 a 1940 es equiparable a Alvear en cuanto a su pertenencia a la elite patricia, ninguno tuvo la conjugación de riqueza, pertenencias sociales y orígenes familiares de Alvear", señala el autor.

Sin embargo, no se conformó con la regalada vida que correspondía a un aristócrata con fortuna: fue secretario de Leandro N. Alem, fundador de la Unión Cívica Radical en 1891, deportado a Uruguay por el gobierno de Carlos Pellegrini y revolucionario en 1893.

Crecimiento, paz social, inmigración, efervescencia cultural.

Alvear fue actor fundamental en etapas cruciales de la vida nacional. Fue rival de Yrigoyen, pero nunca rompió definitivamente con él. Respaldó el antipersonalismo, pero defraudó las expectativas de quienes querían impedir el regreso de aquel al poder, en 1928, al no intervenir la provincia de Buenos Aires, bastión del yrigoyenismo. Su explicación fue tan simple como digna de elogio: según la Constitución, la decisión tenía que adoptarla el Congreso de la Nación.

En cualquier caso, después de haber avalado el derrocamiento del popular presidente en 1930 (algo que muchos nunca le perdonaron), reorganizó la UCR y se enfrentó a las dictaduras de Uriburu y de Justo, lo que le supuso dos encarcelamientos y dos salidas forzosas del país. Al final, se reconcilió con Yrigoyen, que poco antes de morir (en 1933) aprobó que Alvear condujera la UCR.

Fue un gobernante ejemplar y su presidencia (1922-1928) marcó una de las etapas de mayor prosperidad de la República Argentina, que crecía a tasas más elevadas que Estados Unidos Canadá y Australia.

Durante ese período, nuestro país se convirtió en líder mundial en exportaciones agrícolas y registró el ingreso de cien mil personas cada año. Bajo el impulso Regina Paccini, su esposa, destacada cantante de ópera, florecieron el arte y la cultura.

Nacionalismo petrolero

Alvear ha sido criticado por "timorato" y por "liberal", adjetivo este último que, inexplicablemente, supone frecuentemente una descalificación. Sin embargo, su política petrolera fue un gran acto de afirmación de la soberanía nacional: designó al general Mosconi al frente de YPF, empresa a la que otorgó autonomía administrativa; impulsó la creación de la Refinería de Ensenada, amplió extraordinariamente la reserva petrolera estatal y acentuó el control del estado sobre las concesiones. Hacia 1927, la reserva petrolera del Estado cubría casi toda la Patagonia. En realidad, su liberalismo se refería a los valores constitucionales, como defendió a lo largo de su vida. "Alvear fue liberal explica Losada en la medida en que lo posibilitó el liberalismo original argentino, cuyo objetivo había sido precisamente el de dotar al país de una organización política e institucional". Su concepción de la aristocracia como una elite destinada a conducir a la sociedad hacia los altos valores de la democracia y la libertad, es más propia de una monarquía e inaceptable en todo caso. Sin embargo, en la década de 1930, cuando el patriciado se volcó en apoyo de la Concordancia (y del fraude), se volvió crítico con su entorno social. Los suyos ya no eran más los suyos.

La gran esperanza en las elecciones presidenciales de 1937.

Alvear fue líder y gran esperanza del radicalismo en las elecciones convocadas en 1932, al final del mandato del dictador Agustín P. Justo. Era la opción de todos los que querían acabar con el "fraude patriótico" y volver a la democracia, pero no pudo con las trampas que llevaron a la presidencia a Roberto M. Ortiz, que había sido su ministro de Obras Públicas. Esto le provocó una gran decepción y el retiro de la vida pública. Concibió el liberalismo como una forma de gobierno y eso debió haber sido una guía para las generaciones que le sucedieron. No fue así, desafortunadamente, y su figura entró en una zona de penumbras porque anclado en los principios de la Constitución de 1853 no advirtió los cambios que se habían producido en la Argentina del siglo XX.

 

(1) "Marcelo T. de Alvear. Revolucionario, presidente y líder republicano". Edhasa, 2016.

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