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Estados Unidos y armados

Sabado, 17 de junio de 2017 00:00

En un mismo día, un hombre abrió fuego contra legisladores republicanos que jugaban béisbol en las afueras de Washington y, en el otro extremo del mapa, un hombre disparó a mansalva contra los clientes de una oficina de correos de San Francisco. Ambos murieron. Ese mismo día, el 14 de junio, hubo unos 40 incidentes con armas de fuego en los Estados Unidos, según las estadísticas de Gun Violence Archive (GVA).

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En un mismo día, un hombre abrió fuego contra legisladores republicanos que jugaban béisbol en las afueras de Washington y, en el otro extremo del mapa, un hombre disparó a mansalva contra los clientes de una oficina de correos de San Francisco. Ambos murieron. Ese mismo día, el 14 de junio, hubo unos 40 incidentes con armas de fuego en los Estados Unidos, según las estadísticas de Gun Violence Archive (GVA).

Solo en 2017, hasta ese día, se registraron 27.932 episodios de ese tipo. El saldo: 6.900 muertos y 13.558 heridos. Una rareza si esas cifras no reflejaran otra realidad: es el país con mayor proporción de armas por habitantes del mundo. Nueve por cada diez.

El legislador Steve Scalise, tercer republicano de mayor rango en la Cámara de Representantes, resultó ser el decimoséptimo legislador herido por disparos en la historia.

En enero de 2011, la representante demócrata Gabrielle Giffords recibió un tiro en la cabeza durante un acto de campaña en Tucson, Arizona. Murieron seis personas. Cada día, en los Estados Unidos, son alcanzadas por balas 309 personas, de las cuales 93 mueren. Lo documenta la organización Brady Campaign, creada en homenaje a James Brady, jefe de prensa del presidente Ronald Reagan. Ambos resultaron heridos en 1981.

Reagan pudo ser el quinto presidente en ser abatido a balazos. Abraham Lincoln, el primero en ser elegido por el Partido Republicano, estrenó la ominosa lista en 1865 en un teatro de Washington. Otro republicano, James A. Garfield, duró seis meses y medio en el cargo. Lo mató un desempleado en 1881. El tercero, William McKinley, también republicano, cayó durante un atentado anarquista en la Exposición Panamericana de Buffalo, Nueva York, en 1901. El último, John Fitzgerald Kennedy, demócrata, murió en 1963 en Dallas. También perecieron de ese modo el líder negro Martin Luther King y el senador Robert Kennedy, ambos en 1968.

Brady fallecido en 2014, quedó postrado en una silla de ruedas. Seis horas de quirófano demandó la bala que se había alojado en su cabeza. Una ley que lleva su nombre endureció en 1993 los requisitos para comprar armas. Tanto él como la representante Giffords emprendieron cruzadas contra las armas después de haber sido víctimas de ellas.

En 2012, tras la muerte de 20 niños y seis adultos en un colegio de Connecticut, Barack Obama propuso prohibir los rifles de asalto y limitar la venta de balas. El Congreso se opuso. Donald Trump repuso ahora una medida de Obama que impedía comprar armas a las personas con problemas mentales.

El representante Scalise, herido en Alexandria, Virginia, cerca de Washington, ha sido un ferviente defensor de la posesión y la portación de armas, como la mayoría de sus pares conservadores.

Cada vez que ocurre una tragedia de esa magnitud renace el debate sobre ese derecho, amparado por la Segunda Enmienda de la Constitución. Renace también el cabildeo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en resguardo del negocio. La mitad de los norteamericanos posee un arma en casa, según Gallup. Un rifle de asalto AR-15, versión civil del fusil militar M-16, cuesta menos que un iPhone. Algo así como 500 dólares.

Es legal. Y letal.

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