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Una familia se resiste a un desalojo con el apoyo de los vecinos

Construyeron la casa hace más de 40 años en un terreno donado por su propietario.
Viernes, 23 de junio de 2017 00:00
Gladys no pudo ocultar su dolor ante a la orden de desalojo.

La familia Altamirano, que vive desde hace más de cuatro décadas en una humilde vivienda de la calle Junín al 1400, está sufriendo desde ayer a las mañana el drama de un virtual desalojo. Con el apoyo de los vecinos, Sergio Antonio Altamirano, de 75 años, y sus familiares se abroquelaron en la casita de techo de chapa de zinc para resistir la medida dispuesta por el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de VII Nominación.

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La familia Altamirano, que vive desde hace más de cuatro décadas en una humilde vivienda de la calle Junín al 1400, está sufriendo desde ayer a las mañana el drama de un virtual desalojo. Con el apoyo de los vecinos, Sergio Antonio Altamirano, de 75 años, y sus familiares se abroquelaron en la casita de techo de chapa de zinc para resistir la medida dispuesta por el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de VII Nominación.

Los carcomidos ladrillos de la pared que cubre casi todo el frente grafica que la familia priorizó las construcciones internas antes que el revoque. Sin embargo, los moradores han tratado de disimular su deterioro utilizando cal pincelada con brocha gorda. Quizá lo hicieron también para que sobresalga una leyenda de fuerte contenido futbolero, escrita con aerosol por los nietos de Don Altamirano. Dice: "Pasarán los años, pasará la vida y seguiré a tu lado". Un tío de los chicos explicó que la leyenda es un sello distintivo de los hinchas de Central Norte.

Sergio Altamirano contó que el terreno le fue donado por su propietario,Vicente Sánchez, y cuando éste murió "un supuesto administrador", identificado como Isidro Martínez, inició el juicio para desalojarlo. Dijo que como esta persona "también falleció" otro administrador, de apellido Angel, apareció en escena y continuó con el trámite judicial. "Cuando vine aquí todo esto era monte y con mucho esfuerzo construí lo poco que tenemos. Aquí crecieron mis seis hijos, mis nietos y ahora mis bisnietos", expresó el anciano. Según Altamirano, al terreno no lo escrituró a su nombre porque Sánchez le prometió que era suyo y que jamás lo desalojarían. "Yo creí en la palabra de ese buen señor, pero ya ve lo que me hacen ahora", se lamentó.

Fabio, el hijo menor de Altamirano, explicó que con la complicidad de un abogado de la familia, a su padre le hicieron firmar un acta en la que aceptaba el desalojo. "Ese doctor, de apellido Zelarayán, se complotó con el abogado de la otra parte, un tal Reyes, y le dijeron a mi padre que firmara un papel en el que le reconocían la propiedad de la casa y como no le hicieron leer nada lo engañaron", afirmó. Gladys, otra de las hijas de Altamirano, contó que en la casa viven ella y tres hermanos más, uno de ellos internado por un ACV, además de cinco menores, dos de los cuales son discapacitados. "Esos niños son mis nietos, y junto a mi padre es lo que más me preocupa", señaló.

Firme resistencia

Alrededor del mediodía arribó al lugar un patrullero policial con dos oficiales de justicia para cumplir con la orden de desalojo. Las pocas personas que se encontraban en esos momentos en la vivienda comenzaron a acondicionar las prendas de vestir. Alertados por la situación minutos después llegaron los hombres de la casa y los vecinos más cercanos. Fue así que entre todos resolvieron impedir el desalojo a como de lugar. "Esto es un atropello, de aquí no nos movemos", expresó José Altamirano y pidió a sus familiares que volvieran a poner la casa en orden.

"Tenemos que defender a esta familia por una cuestión humanitaria", exclamó José Luis Córdoba, uno de los vecinos que se puso al frente de la lucha en favor de los Altamirano. Como para no dejar dura acerca de su acto solidario señaló: "Aquí me voy a quedar para impedir este atropello". En los mismos términos se pronunciaron Mario Romacho y Carlos Corimayo. "Yo vivo aquí de toda la vida y conozco a esta familia desde que era chico y no es justo que ahora la quieran echar como cualquier cosa", manifestó el primero. En tanto que Corimayo calificó como "un crimen" lo que quieren hacer con la familia.

Gladys Altamirano pidió que la Justicia tenga compasión con su familia. "Mi padre es un anciano enfermo, lo mismo que dos de mis nietos y uno de mis hermanos", dijo emocionada. Y concluyó: "Lo que yo le pediría al juez es que no mande a la policía para que haga cumplir la arbitraria medida que tomó, que venga él, para que vea cómo vivimos".

“Cumplimos órdenes”

Uno de los oficiales de Justicia, que se excusó de dar su identidad, explicó que su función es hacer cumplir la orden del juez. “Para proceder necesitamos el apoyo de la infantería”, expresó. Horas más tarde Fabio Altamirano contó que la fuerza de choque de la Policía llegó al lugar. “Trajeron una nota para que nos comprometamos a irnos el lunes, pero     no le firmamos”, dijo.

 

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