Las personas que declararon hoy en la tercera audiencia del juicio a los imputados por la muerte del niño Thiago Quipildor, confirmaron el maltrato al que fue sometido el pequeño de 4 años, como así también su hermanita de 8, quien fue rescatada a tiempo y pudo salvar su vida.
Tal como ocurrió en la jornada del miércoles, los testigos apuntaron con más fuerza a Patricia Alejandra Sánchez, quien junto a su esposo Víctor Alejandro Senise, tenía bajo su responsabilidad el cuidado y protección de los niños ya que ambos eran “padres sustitutos” de los menores.
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Las personas que declararon hoy en la tercera audiencia del juicio a los imputados por la muerte del niño Thiago Quipildor, confirmaron el maltrato al que fue sometido el pequeño de 4 años, como así también su hermanita de 8, quien fue rescatada a tiempo y pudo salvar su vida.
Tal como ocurrió en la jornada del miércoles, los testigos apuntaron con más fuerza a Patricia Alejandra Sánchez, quien junto a su esposo Víctor Alejandro Senise, tenía bajo su responsabilidad el cuidado y protección de los niños ya que ambos eran “padres sustitutos” de los menores.
Sánchez fue señalada como la persona que flageló sistemáticamente a los pequeños con frecuentes castigos, a tal punto que en el cuerpo de Thiago se detectaron 276 lesiones y 119 en el de su hermanita.
“Un noche escuché los gritos cuando la mujer golpeaba al chiquito en el baño. Llamé al 911 y cuando vino la Policía, Patricia les dijo que el niño se había golpeado solo”, declaró Tamara Elizabeth Ballesteros, quien dejó entrever que la mujer era una gran manipuladora.
A su turno, Camila del Valle Gómez manifestó que en varias ocasiones escuchó cómo los hermanitos eran sometidos a duros castigos. “Esta señora argumentó que Thiaguito murió por broncoaspiración, pero para mí lo mataron”, sentenció la joven vecina.
Los testigos coincidieron en remarcar que la única que agredía a los chicos era Patricia Sánchez. A su esposo, Víctor Marcelo Senise, lo describieron como un hombre bueno, sumiso y que no intervenía para nada en los hechos. “Jamás escuchamos la voz del señor cuando ocurrían las agresiones”, señalaron los vecinos.
El debate no solo va desentrañando el grado de violencia al fueron sometidos los niños, sino también el nivel de inoperancia que imperó en la Justicia y en las estructuras del Gobierno por no haber ejercido los controles que exige el programa Padres Sustitutos, en el sentido de garantizar el correcto cuidado de los menores y su seguridad física y psíquica.