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Cocina a leña y da de comer a 260 niños en Vª Floresta

Ayer se hizo una feria de ropa gratis en el comedor de Amalia Rodríguez.
Domingo, 30 de julio de 2017 00:00
Fueron, en su mayoría, mujeres las que se acercaron a buscar ropa y calzado donado por el colegio Codesa. Pablo Yapura
Fueron, en su mayoría, mujeres las que se acercaron a buscar ropa y calzado donado por el colegio Codesa. Pablo Yapura

Ayer, a las 10, las vecinas de Villa Floresta junto a sus hijos estuvieron presentes en la canchita ubicada en Canónigo Gorriti al 1600. Allí se hizo la feria solidaria que doña Amalia Rodríguez, la creadora del comedor de la zona, realiza una vez al año con bolsones de ropa, calzado y mercadería que dona, desde hace siete años, el colegio Codesa.

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Ayer, a las 10, las vecinas de Villa Floresta junto a sus hijos estuvieron presentes en la canchita ubicada en Canónigo Gorriti al 1600. Allí se hizo la feria solidaria que doña Amalia Rodríguez, la creadora del comedor de la zona, realiza una vez al año con bolsones de ropa, calzado y mercadería que dona, desde hace siete años, el colegio Codesa.

"Ellos tienen la semana de la solidaridad. Todas las familias de los alumnos donan ropa y calzado y luego nos la traen. Nosotros hacemos la feria y cada uno se lleva lo que más necesita", dijo Amalia Rodríguez a El Tribuno.

Pero eso no fue todo, a las 10, cuando se abrió la feria, se recibió a los chicos con una taza de leche chocolatada y bollos y tortillas hechas por las propias madres que asisten al comedor.

Fueron 24 los bolsones que recibieron y en una hora ya quedaba muy poco. La gente necesita ropa y calzado para los más pequeños.

No se trata solo de comer

Amalia Rodríguez creó este comedor hace exactamente 27 años. Desde 1990 hasta hoy, con más o menos chicos, nunca dejó de brindar un plato de comida. Actualmente sirven el almuerzo a 260 niños de los barrios Constitución, Cerámica y Floresta.

"Recibimos a todos los que necesiten, como también recibimos apoyo de quien nos quiera ayudar. Se trata de que nos demos una mano entre todos", agregó Amalia, quien es diabética y bajó 40 kilos porque se descompensó y la enfermedad le afectó los riñones. "Ahora ya estoy bien, me cuido mucho pero ya estoy de nuevo en el ruedo", dijo Amalia, quien todavía tiene mucho que hacer en el barrio.

A la hora de preparar el menú, cuenta con la ayuda incondicional de 16 madres que se turnan para cocinar más de 260 raciones diarias en enormes ollas de aluminio sobre las parrillas, que son alimentadas a leña.

"No tenemos gas, el servicio llega hasta Villa Mitre y no podemos pensar en garrafas porque es imposible sostener ese gasto", dijo la mujer.

Para llevar adelante el comedor cuentan con el apoyo de la Cooperadora Asistencial y del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), destinado a mejorar la nutrición de los niños.

El día a día

Las calles de Villa Floresta, que son empinadas porque le van ganando espacio al cerro, están ahora revolucionadas. Hay grandes montículos de tierra y maquinarias trabajando. "Por suerte están asfaltando", dijo Amalia. Por ese motivo, en estos momentos se les entrega la comida a los chicos para que la lleven a su casa.

"Se trata de que los chicos no anden en la calle porque el ingeniero a cargo de la obra nos dijo que es peligroso", contó la mujer.

Amalia junto a Cristian Colque, operador comunitario de la Policía de la Provincia, buscan alternativas para sacar a los chicos de la droga diariamente. "Trabajar con grupos conflictivos es muy duro y cuesta, pero al menos por un par de horas no están pensando en la droga y el alcohol", contó Colque. "Por ejemplo, la otra vez querían camisetas para un equipito de fútbol. Entonces les propusimos hacer bollos y venderlos. Con eso se compraron las camisetas", dijo Amalia.

A veces les dan los ingredientes a los chicos para que amasen. "Ese día deben estar bien higienizados, cero alcohol y cero sustancias, y hacemos los bollos y tortillas. Después van casa por casa y se los regalan a los vecinos", contó Colque. Es un modo de que la gente no los vea solamente como conflictivos.

En el comedor de Amalia no solo se brinda alimentación, también se realizan muchas actividades como talleres de huerta, de cocina o de apoyo legal. Los chicos aprenden a hacer sus currículum para buscar trabajo y reciben charlas sobre violencia de género y emprendedurismo.

Allí también funciona el programa Sumarte, cuyo objetivo es impulsar a las mujeres a crear y producir artesanías. Ahora, ya están preparando el Día del Niño, que festejarán el 28 de agosto. Todos los chicos de la zona están invitados.

 

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