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Botelli, la promesa que sueña con ser el mejor

A días de volcarse a la rama profesional del boxeo, este joven salteño, campeón argentino amateur, contó su historia, actualidad y sus sueños a El Tribuno.
Sabado, 16 de septiembre de 2017 22:07

De tanto ver a su hermano ir y venir del gimnasio, a Nicolás Botelli le agarró curiosidad. Y un día se plantó, cuando apenas tenía 13 años, y exigió que lo llevara. Y el boxeo lo fue atrapando de a poco. Hoy, con 19 años y luego de transitar un exigente camino en el amateurismo, Nico se siente listo para dejar de lado el protector y pelear de manera profesional.
Bajo el ala de Camilo Mohamed, su maestro, entrenador, amigo y segundo padre, tal cual lo definió el propio Nico, nace la historia de quien aspira a ganar de verdad y darle a Salta un título mundial en el deporte de los puños. 
Vive en el barrio Juan Calchaqui y luego de convencer a su hermano mayor de que lo llevara al gimnasio para verlo entrenar, conoció a su “profe”. “Ese primer día solo me quedé viendo”, contó. 
Botelli, antes de entrar al mundo de los guantes, la piola y la bolsa, era jugador de fútbol, en las inferiores del club Deportivo Unión. “Pero le dije a mis padres que ya no quería hacer fútbol, quería ser boxeador. Mi mamá no quiso saber nada. ‘Te van a romper la nariz’, me dijo. Pero mi padre me autorizó”, contó.
La primera condición que recibió Nico, por parte de Camilo, fue tomar al boxeo como un arte de defensa y no de pelea. Pero al poco tiempo pasó de ser un aprendizaje a seria meta en su vida.
“Cuando subí al ring por primera vez pesaba 31 kg, tenía 13 años, era chiquito y no tenía pensado boxear, pero ya venía entrenando”, recordó Botelli. ¿Y por qué peleó ese día? En realidad se trató de un “tope” (pelea interna que mide niveles entre boxeadores de distintos gimnasios o escuelas). El que debía pelear era su hermano, pero su rival no quiso hacerlo. Nico, por su parte, pidió combatir ese día. Y así lo hizo. Su oponente tenía 10 kg más y había comenzado mucho mejor la pelea. Hasta que Mohamed retó a su pupilo; Botelli reaccionó y volteó a su rival en el segundo round. Ganó por abandono.
Y vinieron noches y noches de boxeo. Festivales acá y allá. En el ambiente amateur se ganó el respeto de otros gimnasios y entrenadores. Hoy, Nicolás es el actual campeón argentino amateur, un cinturón que obtuvo en el certamen nacional que organizó la FAB (Federación Argentina de Boxeo) en nuestra ciudad, en diciembre pasado. Para llegar a levantar este cinturón tuvo que ganar cinco combates en una semana. Las tres primeras fueron en una jornada preliminar con otros salteños que aspiraban, también. a ser representantes en el torneo nacional. Nico venció a los dos y ya se había ganado el derecho. Pero apareció un tercer candidato, era de Tartagal, al que tampoco tuvo problemas para eliminarlo. 
Llevando la bandera de Salta en la categoría pluma, Botelli superó a un santacruceño en el primer combate del campeonato y dos días después despachó al santafesino Eduardo Mendoza. El título, su primer premio groso de su carrera, ya estaba en sus manos. Para él había sido también una revancha: había sido subcampeón en la edición del año anterior (2016), siendo aún juvenil, en Formosa.
Su primera cita en el campo rentado está prevista para el 13 de octubre, probablemente en el microestadio Delmi.
Pero aún hay más para contar de este chango de 1,72 de estatura, que se desenvuelve con la chispa de los jóvenes. A días de ser un boxeador “de verdad”, Nico siguió expresando sus sensaciones a El Tribuno. 
“Mucho no me importa lo que dice la gente, yo creo que el boxeo es mi futuro. Mis amigos, al principio, como que se burlaban o no me tomaban en serio. Pero la última vez que peleé (en Rosario de la Frontera), fue a verme uno de ellos, en auto. Y ahora lo toman en serio. Me preguntan cuándo peleo a cada rato”, contó.
Botelli estudia en el colegio Favaloro de Villa Palacio. Cursa el último año del secundario. Sus padres están separados pero para él no ha sido motivo de bajón. Asegura que no toma, no sale por las noches ni fuma. “Con la conducta que tiene, su educación y su base familiar, puede llegar a ser campeón”, aporta Mohamed, quien acompaña el sueño de Nico. Pero el entrenador también aclara: “Todo depende del boxeador”.
El mensaje es claro. Nicolás debe resignar mucho para llegar a cumplir su sueño. No puede hacer todo lo que los chicos de su edad hacen. No todo. 
Más de 8 km diarios se incorporaron a su plan de rutina para su gran debut profesional. Va a pelear en la categoría supergallo con 55,600 kg. y será la primera de las cinco, seis o más que necesitará para tener una chance superior. Si está para campeón, lo que a Salta le hace falta, se verá. Él, mientras tanto, sueña.
 

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De tanto ver a su hermano ir y venir del gimnasio, a Nicolás Botelli le agarró curiosidad. Y un día se plantó, cuando apenas tenía 13 años, y exigió que lo llevara. Y el boxeo lo fue atrapando de a poco. Hoy, con 19 años y luego de transitar un exigente camino en el amateurismo, Nico se siente listo para dejar de lado el protector y pelear de manera profesional.
Bajo el ala de Camilo Mohamed, su maestro, entrenador, amigo y segundo padre, tal cual lo definió el propio Nico, nace la historia de quien aspira a ganar de verdad y darle a Salta un título mundial en el deporte de los puños. 
Vive en el barrio Juan Calchaqui y luego de convencer a su hermano mayor de que lo llevara al gimnasio para verlo entrenar, conoció a su “profe”. “Ese primer día solo me quedé viendo”, contó. 
Botelli, antes de entrar al mundo de los guantes, la piola y la bolsa, era jugador de fútbol, en las inferiores del club Deportivo Unión. “Pero le dije a mis padres que ya no quería hacer fútbol, quería ser boxeador. Mi mamá no quiso saber nada. ‘Te van a romper la nariz’, me dijo. Pero mi padre me autorizó”, contó.
La primera condición que recibió Nico, por parte de Camilo, fue tomar al boxeo como un arte de defensa y no de pelea. Pero al poco tiempo pasó de ser un aprendizaje a seria meta en su vida.
“Cuando subí al ring por primera vez pesaba 31 kg, tenía 13 años, era chiquito y no tenía pensado boxear, pero ya venía entrenando”, recordó Botelli. ¿Y por qué peleó ese día? En realidad se trató de un “tope” (pelea interna que mide niveles entre boxeadores de distintos gimnasios o escuelas). El que debía pelear era su hermano, pero su rival no quiso hacerlo. Nico, por su parte, pidió combatir ese día. Y así lo hizo. Su oponente tenía 10 kg más y había comenzado mucho mejor la pelea. Hasta que Mohamed retó a su pupilo; Botelli reaccionó y volteó a su rival en el segundo round. Ganó por abandono.
Y vinieron noches y noches de boxeo. Festivales acá y allá. En el ambiente amateur se ganó el respeto de otros gimnasios y entrenadores. Hoy, Nicolás es el actual campeón argentino amateur, un cinturón que obtuvo en el certamen nacional que organizó la FAB (Federación Argentina de Boxeo) en nuestra ciudad, en diciembre pasado. Para llegar a levantar este cinturón tuvo que ganar cinco combates en una semana. Las tres primeras fueron en una jornada preliminar con otros salteños que aspiraban, también. a ser representantes en el torneo nacional. Nico venció a los dos y ya se había ganado el derecho. Pero apareció un tercer candidato, era de Tartagal, al que tampoco tuvo problemas para eliminarlo. 
Llevando la bandera de Salta en la categoría pluma, Botelli superó a un santacruceño en el primer combate del campeonato y dos días después despachó al santafesino Eduardo Mendoza. El título, su primer premio groso de su carrera, ya estaba en sus manos. Para él había sido también una revancha: había sido subcampeón en la edición del año anterior (2016), siendo aún juvenil, en Formosa.
Su primera cita en el campo rentado está prevista para el 13 de octubre, probablemente en el microestadio Delmi.
Pero aún hay más para contar de este chango de 1,72 de estatura, que se desenvuelve con la chispa de los jóvenes. A días de ser un boxeador “de verdad”, Nico siguió expresando sus sensaciones a El Tribuno. 
“Mucho no me importa lo que dice la gente, yo creo que el boxeo es mi futuro. Mis amigos, al principio, como que se burlaban o no me tomaban en serio. Pero la última vez que peleé (en Rosario de la Frontera), fue a verme uno de ellos, en auto. Y ahora lo toman en serio. Me preguntan cuándo peleo a cada rato”, contó.
Botelli estudia en el colegio Favaloro de Villa Palacio. Cursa el último año del secundario. Sus padres están separados pero para él no ha sido motivo de bajón. Asegura que no toma, no sale por las noches ni fuma. “Con la conducta que tiene, su educación y su base familiar, puede llegar a ser campeón”, aporta Mohamed, quien acompaña el sueño de Nico. Pero el entrenador también aclara: “Todo depende del boxeador”.
El mensaje es claro. Nicolás debe resignar mucho para llegar a cumplir su sueño. No puede hacer todo lo que los chicos de su edad hacen. No todo. 
Más de 8 km diarios se incorporaron a su plan de rutina para su gran debut profesional. Va a pelear en la categoría supergallo con 55,600 kg. y será la primera de las cinco, seis o más que necesitará para tener una chance superior. Si está para campeón, lo que a Salta le hace falta, se verá. Él, mientras tanto, sueña.
 

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