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A medio siglo de la noche mágica de Bonavena-Alí

Un 7 de diciembre de 1970, Ringo peleó con el mejor campeón de peso completo. Recién perdió en el 15º round.  
Lunes, 07 de diciembre de 2020 00:27

“Chicken, chicken”, le espetó casi de manera irrespetuosa y provocadora Oscar “Ringo” Bonavena al gran campeón, en ese momento sin corona, Muhammad Alí, en la previa del épico combate que protagonizaron el 7 de diciembre de 1970 en el Madison Square Garden de Nueva York y que marcó para siempre la vida del boxeador de Parque Patricios.
Claro que luego del “chicken” (gallina o cobarde), llegó el reconocimiento de Ringo para Alí, quien le ganó por nocaut técnico en el round número 15, en una pelea que no tenía título mundial en juego -solo el de la Federación Norteamericana de Boxeo- y que le sirvió al moreno de Lousville la posibilidad de ir nuevamente por el cetro de los pesados ante Joe Frazier, con el que perdió meses más tarde.
La pelea tuvo toda la parafernalia que solo Bonavena podía darle, ayudado en gran parte por la prensa argentina, pero claro está que el rival que iba a tener enfrente era el mejor peso pesado de la historia.
Para el momento del combate, Muhammad Alí volvía de una suspensión de tres años, debido a que el Gobierno estadounidense le había retirado la licencia por su negativa a participar de la Guerra de Vietnam.
Pero además, Ringo, que ya había forjado una carrera en Estados Unidos, por ese incidente de Alí con las autoridades de su país, vio frustrada la pelea por el título que iba a disputarse en Tokio.
Ringo, quien en ese momento tenía 28 años, ya había enfrentado dos veces a Joe Frazier, y también con los mejores pesados de la época, pero le faltaba escalar el Himalaya, que sin dudas era un combate con Alí.
Hizo de todo. Lo retó y lo provocó casi hasta la discriminación: le dijo que olía mal por el color de su piel.

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“Chicken, chicken”, le espetó casi de manera irrespetuosa y provocadora Oscar “Ringo” Bonavena al gran campeón, en ese momento sin corona, Muhammad Alí, en la previa del épico combate que protagonizaron el 7 de diciembre de 1970 en el Madison Square Garden de Nueva York y que marcó para siempre la vida del boxeador de Parque Patricios.
Claro que luego del “chicken” (gallina o cobarde), llegó el reconocimiento de Ringo para Alí, quien le ganó por nocaut técnico en el round número 15, en una pelea que no tenía título mundial en juego -solo el de la Federación Norteamericana de Boxeo- y que le sirvió al moreno de Lousville la posibilidad de ir nuevamente por el cetro de los pesados ante Joe Frazier, con el que perdió meses más tarde.
La pelea tuvo toda la parafernalia que solo Bonavena podía darle, ayudado en gran parte por la prensa argentina, pero claro está que el rival que iba a tener enfrente era el mejor peso pesado de la historia.
Para el momento del combate, Muhammad Alí volvía de una suspensión de tres años, debido a que el Gobierno estadounidense le había retirado la licencia por su negativa a participar de la Guerra de Vietnam.
Pero además, Ringo, que ya había forjado una carrera en Estados Unidos, por ese incidente de Alí con las autoridades de su país, vio frustrada la pelea por el título que iba a disputarse en Tokio.
Ringo, quien en ese momento tenía 28 años, ya había enfrentado dos veces a Joe Frazier, y también con los mejores pesados de la época, pero le faltaba escalar el Himalaya, que sin dudas era un combate con Alí.
Hizo de todo. Lo retó y lo provocó casi hasta la discriminación: le dijo que olía mal por el color de su piel.


Mostró todos los argumentos como para sacar de quicio a un Alí, quien también era bravucón y solía decirle cosas ofensivas a sus rivales antes de cada pelea.
“Clay, Clay, Clay”, le repitió cientos de veces Bonavena al excampeón en la ceremonia del pesaje, algo que molestaba sobremanera a Alí, que le recordasen su nombre: Cassius Clay.
El mítico escenario del Madison Square Garden, ubicado en el corazón de Manhattan, tuvo un aforo de 19.417 espectadores, que dejaron una recaudación de 615.491 dólares (los tickets costaban entre 10 y 75 dólares).
El combate estuvo pactado a 15 rounds -lo máximo permitido en la época- y ambos boxeadores se amenazaron con nocauts.
“En el noveno”, dijo Alí, a lo que Bonavena no se quedó a medias y le espetó: “en el séptimo, porque me gusta ese número”.
Lo cierto es que Alí dominó la escena del ring en todo momento, con su jab artístico y ayudado en gran medida por los movimientos más lentos de Ringo, por sus pies planos, más allá de el ídolo de Parque Patricios se había preparado a conciencia para el mayor combate de su carrera.
En el noveno, Alí tocó la lona con su rodilla, pero el árbitro no le dio la cuenta de protección dado que había sido por el impulso al errar un golpe, aunque el argentino reclamó la acción.
En el último asalto, Ringo salió a matar o morir. A buscar la hazaña de haberle aguantado hasta el final al gran Alí, pero el moreno de 1,91 metros de altura le dio un tremendo jab que lo mandó al piso al crédito porteño, quien volvería a caer otras dos veces más.
Al final, cuando Alí quería desafiar a Frazier, Bonavena se acercó y le pidió disculpas por el “Chicken” y lo felicitó porque fue “un gran campeón”.
Los diferentes libros que se escribieron sobre Bonavena mencionan que el hijo de Doña Dominga se fue con una bolsa de 300 mil dólares, la más grande de su carrera.

Reviví la noche mágica de Bonavena-Alí

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