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Hace 80 años nacía la leyenda Muhammad Alí

Un 17 de enero de 1942, en Louisville, Kentucky, nacía el mejor boxeador de todos los tiempos. Murió a los 74 años.
Lunes, 17 de enero de 2022 01:56

El campeón mundial de boxeo de los pesos pesados, Muhammad Alí, acaso el deportista más grande de todos los tiempos, hubiera cumplido hoy 80 años
Nació en Louisville, estado de Kentucky, como Cassius Clay, nombre “esclavo” según su propia consideración, un 17 de enero de 1942.
Fue el primer boxeador en consagrarse tres veces campeón mundial entre los pesos pesados.
Pero su condición, quizás, de “más grande deportista” entre todos los que lo precedieron y lo sucedieron estriba en el hecho de que Alí modificó la manera de entender lo contextual. Fue un adelantado y comprendió antes que nadie el entretejido de relaciones entre la difusión de su actividad y la participación de los distintos soportes periodísticos.
Además, Alí resultó el primer protagonista del deporte que “se plantó” a las corporaciones, al poder establecido. 
En el caso del múltiple campeón de boxeo hubo un desaire al Ejército de los Estados Unidos, cuando se negó a ir a la guerra a Vietnam, allá por 1967.
Por aquellos años, Clay (tal como se lo conocía por esos días) ya había disfrutado de las mieles del éxito y se había consagrado campeón del mundo, tras derrotar a Sonny Liston, por nocaut, en febrero de 1964.
Alí no sólo rehusó ir a combatir a territorio asiático sino que argumentó los motivos por los cuales no concurría: “Ningún pacifista puede alentar la guerra”, dijo, cuando ya había abrazado la religión musulmana y los líderes negros Malcolm X y Elijah Muhammad se erigían en sus guías o paradigmas.
El Estado norteamericano respondió como se presumía que lo haría: le retiró el título del mundo de los pesados, la Justicia lo condenó a cinco años de prisión en suspenso y la prensa lo fustigó con dureza, cuando tiempo antes había reconocido sus cualidades de boxeador.
“Yo soy negro, qué me puede ocurrir? Si temo ir a prisión? Cómo voy a temer si hace 400 años que la gente de mi raza no es libre?”, desafió Alí, para dar cuenta de las persecuciones racistas que sufrían los afroamericanos en los 60’, con el Ku Klux Klan vigente y los Estados Unidos en “ebullición pura”.
Disputó 61 peleas y ganó 56 (37 de ellas por la vía rápida).
Entre sus vencidos figuraron el argentino Oscar “Ringo” Bonavena, a quien superó por nocaut en el decimoquinto asalto, en el Madison Square Garden de Nueva York, allá por diciembre de 1970.
Ya retirado y con el mal de Parkinson que lo afectó hasta su muerte, ocurrida el 3 de junio de 2016, el boxeador tuvo un reconocimiento de los estamentos oficiales de su país que tiempo antes lo habían combatido con fiereza.
En 1996, la organización de los Juegos Olímpicos de Atlanta lo eligió para encender el pebetero y declarar inaugurada la competencia. 
Otro reconocimiento llegó en 1997, en Hollywood, cuando el documental “When we were Kings” (“Cuando éramos reyes”), de Leon Gast, obtuvo un Oscar. El filme, basado en la épica pelea que protagonizó con Foreman en Kinshasa, fue galardonado y allí estaba él, junto a George, ahora transformado en “amigo”, tal como aseveró.
Con dificultades por la enfermedad que lo aquejaba, Alí subió al escenario, agradeció y descerrajó la frase que todos querían escuchar: “Todavía si    go siendo el más Grande”. 
 

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El campeón mundial de boxeo de los pesos pesados, Muhammad Alí, acaso el deportista más grande de todos los tiempos, hubiera cumplido hoy 80 años
Nació en Louisville, estado de Kentucky, como Cassius Clay, nombre “esclavo” según su propia consideración, un 17 de enero de 1942.
Fue el primer boxeador en consagrarse tres veces campeón mundial entre los pesos pesados.
Pero su condición, quizás, de “más grande deportista” entre todos los que lo precedieron y lo sucedieron estriba en el hecho de que Alí modificó la manera de entender lo contextual. Fue un adelantado y comprendió antes que nadie el entretejido de relaciones entre la difusión de su actividad y la participación de los distintos soportes periodísticos.
Además, Alí resultó el primer protagonista del deporte que “se plantó” a las corporaciones, al poder establecido. 
En el caso del múltiple campeón de boxeo hubo un desaire al Ejército de los Estados Unidos, cuando se negó a ir a la guerra a Vietnam, allá por 1967.
Por aquellos años, Clay (tal como se lo conocía por esos días) ya había disfrutado de las mieles del éxito y se había consagrado campeón del mundo, tras derrotar a Sonny Liston, por nocaut, en febrero de 1964.
Alí no sólo rehusó ir a combatir a territorio asiático sino que argumentó los motivos por los cuales no concurría: “Ningún pacifista puede alentar la guerra”, dijo, cuando ya había abrazado la religión musulmana y los líderes negros Malcolm X y Elijah Muhammad se erigían en sus guías o paradigmas.
El Estado norteamericano respondió como se presumía que lo haría: le retiró el título del mundo de los pesados, la Justicia lo condenó a cinco años de prisión en suspenso y la prensa lo fustigó con dureza, cuando tiempo antes había reconocido sus cualidades de boxeador.
“Yo soy negro, qué me puede ocurrir? Si temo ir a prisión? Cómo voy a temer si hace 400 años que la gente de mi raza no es libre?”, desafió Alí, para dar cuenta de las persecuciones racistas que sufrían los afroamericanos en los 60’, con el Ku Klux Klan vigente y los Estados Unidos en “ebullición pura”.
Disputó 61 peleas y ganó 56 (37 de ellas por la vía rápida).
Entre sus vencidos figuraron el argentino Oscar “Ringo” Bonavena, a quien superó por nocaut en el decimoquinto asalto, en el Madison Square Garden de Nueva York, allá por diciembre de 1970.
Ya retirado y con el mal de Parkinson que lo afectó hasta su muerte, ocurrida el 3 de junio de 2016, el boxeador tuvo un reconocimiento de los estamentos oficiales de su país que tiempo antes lo habían combatido con fiereza.
En 1996, la organización de los Juegos Olímpicos de Atlanta lo eligió para encender el pebetero y declarar inaugurada la competencia. 
Otro reconocimiento llegó en 1997, en Hollywood, cuando el documental “When we were Kings” (“Cuando éramos reyes”), de Leon Gast, obtuvo un Oscar. El filme, basado en la épica pelea que protagonizó con Foreman en Kinshasa, fue galardonado y allí estaba él, junto a George, ahora transformado en “amigo”, tal como aseveró.
Con dificultades por la enfermedad que lo aquejaba, Alí subió al escenario, agradeció y descerrajó la frase que todos querían escuchar: “Todavía si    go siendo el más Grande”. 
 

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